El Dobermann

 

Entre los perros más populares del mundo se encuentran precisamente los de guarda y defensa. La Federación Cinológica Internacional (FCI) los reúne en el grupo 2, el más grande en número de razas después de los sabuesos, y no es de extrañar, pues en él se incluyen razas tan conocidas como el Dobermann, los Pinschers y las diferentes variedades de Schnauzer, todas ellas procedentes de Alemania.

Raza relativamente reciente, este perro le debe su nombre al cinólogo alemán Karl Friedrich Louis Dobermann, quien a finales del siglo XIX decidió seleccionar una nueva raza que le sirviera de guarda y de protección para su nunca bienvenida profesión de recaudador de impuestos. Para ello realizó cruces entre el Pinscher alemán, el Rottweiler, el Pastor de Beauce, el Braco de Weimar, el Manchester terrier y el Galgo inglés de color negro. La función original del perro resultante de estos cruces era proteger a su dueño del asalto de ladrones que asechaban su recaudación, pero desde el principio la raza alcanzó unas altas cotas de popularidad gracias también a su apariencia, al tiempo elegante e imponente. El temperamento fuerte, orgulloso y valiente de este perro confería una seguridad extraordinaria y una tranquilidad muy valorada en la convulsa Europa de principios del Siglo XX a sus afortunados propietarios.

En cuanto a su uso como perro militar es obligado reseñar el importante papel que la raza desempeñó en la Segunda Guerra Mundial. En aquella época se extendió el tópico, fruto de la propaganda política, de que el Pastor alemán era el perro favorito de Hitler y, por extención, del ejército nazi, y, como contrapartida, el ejército de Estados Unidos adoptó al Dobermann, muy popular en aquellos momentos en ese país y muy utilizado en labores de guarda y protección, como su perro militar por excelencia. Fundamental fue también su trabajo durante la Guerra del Pacífico, lo que hizo que su fama y su buena imagen social aumentasen de forma exponencial.

Éste es uno de los mejores perros de guarda y protección, pues apenas necesita entrenamiento para desarrollar dichas tareas; en cualquier caso, la labor de trabajo se debe centrar en conseguir tener al perro bajo control, pendiente de las órdenes de su amo y, especialmente importante, en someterlo a un proceso de sociabilización intenso y a una estimulación temprana que lo ayude a discernir cuándo se encuentra ante una situación en la que se requiere su intervención y cuándo está ante un simple acontecimiento cotidiano, por estresante que pueda parecerle. Y a pesar de ser un excelente guardián no se trata de un perro ruidoso, pues sólo ladra cuando la situación lo requiere. Eso sí, cuando ladra lo hace de tal forma que cualquiera que lo oiga sabe muy bien a qué se enfrenta.

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La promesa de un gran temperamento.

Muchos de los problemas de comportamiento de esta raza vienen dados por una exagerada tendencia a humanizar al perro e interpretar sus sentimientos, sus reacciones e incluso la relación con su amo en términos afectivos propios de los seres humanos. Es cierto que hay que tratarlo con cariño y respeto, pero también con la firmeza necesaria para conseguir un animal estable, equilibrado y bajo control. Como la mayoría de las razas, le gusta saber qué lugar ocupa dentro de la familia, de su manada, pues esto le da seguridad, y lo hace emocionalmente más fuerte, de manera que si no se lo educa bien, o no se le da a entender cuál es su sitio, entonces lo buscará por sí mismo y, como es lógico, intenta ocupar el puesto más alto posible. No se trata, por lo tanto, de la raza más indicada para dueños inexpertos.

Un ejemplar educado, físicamente satisfecho y con una actividad que realizar se convierte en un animal seguro y estable, y en un excelente perro de familia, que, como tal, ante una situación de peligro no duda en defender a su amo con la mayor ferocidad y entrega posibles. Su relación con los niños es muy buena, siempre que se lo haya acostumbrado desde cachorro y los chavales conozcan las características de su perro y sepan cómo deben comportarse con él.  Y, en contra de lo que dice su fama, también es un extraordinario perro de terapia: dulce, paciente y delicado con los niños y ancianos.

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Dobermann europeo, de porte robusto; la eugenesia en estos perros se ha dirigido más hacia la función zootécnica de la raza, la guarda y defensa, con cuidado de preservar los rasgos del carácter que lo lleven a ser un perro estable y seguro.

La raza está catalogada como dominante, pero en realidad dicha característica varía en función de muchos factores. En primer lugar, no todos los ejemplares tienen la misma actitud ni intentan manejar todas las situaciones. Incluso dentro de una misma camada se aprecian diferencias de comportamiento entre unos y otros cachorros, lo que hace que no haya problemas de relación entre ellos y que pronto establezcan su propia pirámide jerárquica. La estimulación o el control del temperamento dominante en un Dobermann dependen, sobre todo, de su educación y del papel que sus amos desempeñen en el trato cotidiano. De hecho, la raza tiene un comportamiento social muy bueno y su relación con otros perros no es, por lo general, problemática. Únicamente muestra el lado más fuerte de su carácter si se da un serio conflicto de jerarquía o si se encuentra con algún individuo pendenciero.

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Dobermann americano, de líneas finas y estilizadas; su reproducción selectiva se ha dirigido a preservar el fenotipo, es decir, los rasgos y la apariencia, propios del estándar racial.

Fuente:

Cabané-Ibañez, A. et al. (2010). Perros de guarda y defensa. Dóberman. En “Gran enciclopedia del perro”. Pp. 8-17. Vol. 11. España: RBA Coleccionables.

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